UNIVERSIDAD CATÓLICA BENEDICTO XVI DE TRUJILLO
ASIGNATURA DE FORMACIÓN CRISTIANA I
Estimados alumnos de esta asignatura
BIENVENIDOS a este lugar y sobre todo a conocer mas de nuestra Fe cristiana
I.
FUNDAMENTACIÓN
La conciencia de
comenzar una nueva etapa de la historia exige a la teología realizar su propio
examen, ahondar en su propia historia para recoger la antorcha de lo
permanentemente vivo, de lo construido por las generaciones de doctores,
teólogos y santos que han meditado , vivido y reflexionado, en la Iglesia, la revelación de
Dios a los hombres. Dicho de otro modo, la teología está llamada a partir de su
propia tradición y experiencia de vida, que es radicalmente tradición de fe,
pero al mismo tiempo, tradición teológica, de ciencia y de sabiduría humana de
lo divino, y desde ella abordar los retos que a su servicio a la fe plantean
los fenómenos de nuestro tiempo.
La tarea de
discernimiento y de propuesta que es propia de toda la teología, compete
especialmente a un curso de Formación Cristiana: fe y compromiso, que aspira a
introducir de manera completa a los alumnos en las realidades básicas
de la doctrina cristiana, que les
permita conocer un profundizar su seguimiento a Cristo. Al abordar el estudio
de la doctrina que es la revelación de
Dios y de la fe del hombre, debe comprender los contenidos de la revelación
cristiana, no sólo cognitivamente sino también desde de la experiencia o
vivencia tanto sacramental como pastoral. Esto le permitirá madurar y crecer en
su vida cristiana.
III. COMPETENCIAS
·
Alcanza una perspectiva
teológico-dogmática de la revelación mediante el conocimiento de las verdades
reveladas que permita conocer su fe.
· Resalta
que la credibilidad y significatividad de la revelación de Dios en Cristo
es la dimensión fundamental de la doctrina cristiana.
·
Logra
que el estudiante a través del conocimiento y la experiencia de los contenidos de la materia consolide su fe y a la vez se comprometa a
defenderla.
NUESTRAS PROXIMAS ACTIVIDADES PASTORALES
JORNADA DE ALABANZA Y ADORACIÓN
14 y 15 DE SETIEMBRE
HALLEL INTERNACIONAL
ESQUEMA: INFORME DE ACTIVIDAD DE PASTORAL UNIVERSITARIA
SEMESTRE 2012- 02
Requerimientos para la elaboración del Informe:
•Tipo de letra: Arial.
•Tamaño de letra: 11
•Espaciado: 1.5
•Tipo de Documento: Word o PDF
•Tipo de letra: Arial.
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•Espaciado: 1.5
•Tipo de Documento: Word o PDF
I. DATOS GENERALESCARÁTULA con los datos pertinentes: (Logo de la universidad, apellidos y nombres , escuela, ciclo, asignatura, año, semestre académico).
II. DESARROLLO DE LA EXPERIENCIA
2.1 Localización de la actividad: (Lugar y fecha donde se realizó la actividad de pastoral)
2.2 De la experiencia (máximo 12 líneas).
Describe la experiencia vivida: ¿qué es lo más relevante de la experiencia para usted? (Considerando que la actividad fue en equipo, pero la experiencia es muy personal. El informe debe ser realizado en forma individual. )
La experiencia vivida, ¿contribuye al desarrollo de mi vida personal y profesional? Sustente su respuesta.
2.3 Compromiso
¿Cuál es el compromiso que puedes asumir después de la experiencia vivida?
2.2 De la experiencia (máximo 12 líneas).
Describe la experiencia vivida: ¿qué es lo más relevante de la experiencia para usted? (Considerando que la actividad fue en equipo, pero la experiencia es muy personal. El informe debe ser realizado en forma individual. )
La experiencia vivida, ¿contribuye al desarrollo de mi vida personal y profesional? Sustente su respuesta.
2.3 Compromiso
¿Cuál es el compromiso que puedes asumir después de la experiencia vivida?
III. RECOMENDACIONES Y/O PROPUESTAS DE MEJORADesde la experiencia vivida, ¿qué recomienda para mejorar la acción pastoral o qué propuestas sugiere para promoverlas en bien de la comunidad?
IV. ANEXOSEvidencias: fotos, vídeos, otros (las fotos y/o videos deben evidenciar su presencia en la actividad. Encierre en un círculo su persona en la foto).
pp
INFORMACIÓN PARA LA SEGUNDA CLASE
DIOS HA CREADO EL MUNDO POR AMOR
EL CREADOR
279 "En el principio, Dios creó el
cielo y la tierra" (Gn 1,1). Con estas palabras solemnes comienza
la sagrada Escritura. El Símbolo de la fe las recoge confesando a Dios Padre
Todopoderoso como "el Creador del cielo y de la tierra", "de
todo lo visible y lo invisible". Hablaremos, pues, primero del Creador, luego
de su creación, finalmente de la caída del pecado de la que Jesucristo, el Hijo
de Dios, vino a levantarnos.
280 La creación es el fundamento de
"todos los designios salvíficos de Dios", "el comienzo de la
historia de la salvación" (DCG
51), que culmina en Cristo. Inversamente, el Misterio de Cristo es la luz
decisiva sobre el Misterio de la creación; revela el fin en vista del cual,
"al principio, Dios creó el cielo y la tierra" (Gn 1,1): desde
el principio Dios preveía la gloria de la nueva creación en Cristo (cf. Rm
8,18-23).
281 Por esto, las lecturas de la Noche
Pascual, celebración de la creación nueva en Cristo, comienzan con el relato de
la creación; de igual modo, en la liturgia bizantina, el relato de la creación
constituye siempre la primera lectura de las vigilias de las grandes fiestas
del Señor. Según el testimonio de los antiguos, la instrucción de los
catecúmenos para el bautismo sigue el mismo camino (cf. Egeria, Peregrinatio
ad loca sancta, 46: PLS 1, 1047; san Agustín, De catechizandis rudibus,
3,5).
282 La catequesis sobre la Creación
reviste una importancia capital. Se refiere a los fundamentos mismos de la vida
humana y cristiana: explicita la respuesta de la fe cristiana a la pregunta
básica que los hombres de todos los tiempos se han formulado: "¿De dónde
venimos?" "¿A dónde vamos?" "¿Cuál es nuestro origen?"
"¿Cuál es nuestro fin?" "¿De dónde viene y a dónde va todo lo
que existe?" Las dos cuestiones, la del origen y la del fin, son
inseparables. Son decisivas para el sentido y la orientación de nuestra vida y
nuestro obrar.
283 La cuestión sobre los orígenes del
mundo y del hombre es objeto de numerosas investigaciones científicas que han
enriquecido magníficamente nuestros conocimientos sobre la edad y las
dimensiones del cosmos, el devenir de las formas vivientes, la aparición del
hombre. Estos descubrimientos nos invitan a admirar más la grandeza del
Creador, a darle gracias por todas sus obras y por la inteligencia y la
sabiduría que da a los sabios e investigadores. Con Salomón, éstos pueden
decir: "Fue él quien me concedió el conocimiento verdadero de cuanto
existe, quien me dio a conocer la estructura del mundo y las propiedades de los
elementos [...] porque la que todo lo hizo, la Sabiduría, me lo enseñó" (Sb
7,17-21).
284 El gran interés que despiertan a estas
investigaciones está fuertemente estimulado por una cuestión de otro orden, y
que supera el dominio propio de las ciencias naturales. No se trata sólo de
saber cuándo y cómo ha surgido materialmente el cosmos, ni cuando apareció el
hombre, sino más bien de descubrir cuál es el sentido de tal origen: si está
gobernado por el azar, un destino ciego, una necesidad anónima, o bien por un
Ser transcendente, inteligente y bueno, llamado Dios. Y si el mundo procede de
la sabiduría y de la bondad de Dios, ¿por qué existe el mal? ¿de dónde viene?
¿quién es responsable de él? ¿dónde está la posibilidad de liberarse del mal?
285 Desde sus comienzos, la fe cristiana
se ha visto confrontada a respuestas distintas de las suyas sobre la cuestión
de los orígenes. Así, en las religiones y culturas antiguas encontramos
numerosos mitos referentes a los orígenes. Algunos filósofos han dicho que todo
es Dios, que el mundo es Dios, o que el devenir del mundo es el devenir de Dios
(panteísmo); otros han dicho que el mundo es una emanación necesaria de Dios,
que brota de esta fuente y retorna a ella ; otros han afirmado incluso la
existencia de dos principios eternos, el Bien y el Mal, la Luz y las Tinieblas,
en lucha permanente (dualismo, maniqueísmo); según algunas de estas
concepciones, el mundo (al menos el mundo material) sería malo, producto de una
caída, y por tanto que se ha de rechazar y superar (gnosis); otros admiten que
el mundo ha sido hecho por Dios, pero a la manera de un relojero que, una vez
hecho, lo habría abandonado a él mismo (deísmo); otros, finalmente, no aceptan
ningún origen transcendente del mundo, sino que ven en él el puro juego de una
materia que ha existido siempre (materialismo). Todas estas tentativas dan
testimonio de la permanencia y de la universalidad de la cuestión de los
orígenes. Esta búsqueda es inherente al hombre.
286 La inteligencia humana puede
ciertamente encontrar por sí misma una respuesta a la cuestión de los orígenes.
En efecto, la existencia de Dios Creador puede ser conocida con certeza por sus
obras gracias a la luz de la razón humana (cf. Concilio Vaticano I: DS, 3026),
aunque este conocimiento es con frecuencia oscurecido y desfigurado por el
error. Por eso la fe viene a confirmar y a esclarecer la razón para la justa
inteligencia de esta verdad: "Por la fe, sabemos que el universo fue formado
por la palabra de Dios, de manera que lo que se ve resultase de lo que no
aparece" (Hb 11,3).
287 La verdad en la creación es tan
importante para toda la vida humana que Dios, en su ternura, quiso revelar a su
pueblo todo lo que es saludable conocer a este respecto. Más allá del
conocimiento natural que todo hombre puede tener del Creador (cf. Hch
17,24-29; Rm 1,19-20), Dios reveló progresivamente a Israel el misterio
de la creación. El que eligió a los patriarcas, el que hizo salir a Israel de
Egipto y que, al escoger a Israel, lo creó y formó (cf. Is 43,1), se
revela como aquel a quien pertenecen todos los pueblos de la tierra y la tierra
entera, como el único Dios que "hizo el cielo y la tierra" (Sal
115,15;124,8;134,3).
288 Así, la revelación de la creación es
inseparable de la revelación y de la realización de la Alianza del Dios único,
con su pueblo. La creación es revelada como el primer paso hacia esta Alianza,
como el primero y universal testimonio del amor todopoderoso de Dios (cf. Gn
15,5; Jr 33,19-26). Por eso, la verdad de la creación se expresa con un
vigor creciente en el mensaje de los profetas (cf. Is 44,24), en la
oración de los salmos (cf. Sal 104) y de la liturgia, en la reflexión de
la sabiduría (cf. Pr 8,22-31) del pueblo elegido.
289 Entre todas las palabras de la sagrada
Escritura sobre la creación, los tres primeros capítulos del Génesis ocupan un
lugar único. Desde el punto de vista literario, estos textos pueden tener
diversas fuentes. Los autores inspirados los han colocado al comienzo de la
Escritura de suerte que expresan, en su lenguaje solemne, las verdades de la
creación, de su origen y de su fin en Dios, de su orden y de su bondad, de la
vocación del hombre, finalmente, del drama del pecado y de la esperanza de la
salvación. Leídas a la luz de Cristo, en la unidad de la sagrada Escritura y en
la Tradición viva de la Iglesia, estas palabras siguen siendo la fuente
principal para la catequesis de los misterios del "comienzo":
creación, caída, promesa de la salvación.
290 "En el principio, Dios creó el
cielo y la tierra" (Gn 1,1): tres cosas se afirman en estas
primeras palabras de la Escritura: el Dios eterno ha dado principio a todo lo
que existe fuera de Él. Solo Él es creador (el verbo "crear" —en
hebreo bara— tiene siempre por sujeto a Dios). La totalidad de lo que
existe (expresada por la fórmula "el cielo y la tierra") depende de
Aquel que le da el ser.
291 "En el principio existía el Verbo
[...] y el Verbo era Dios [...] Todo fue hecho por él y sin él nada ha sido
hecho" (Jn 1,1-3). El Nuevo Testamento revela que Dios creó todo
por el Verbo Eterno, su Hijo amado. "En él fueron creadas todas las cosas,
en los cielos y en la tierra [...] todo fue creado por él y para él, él existe
con anterioridad a todo y todo tiene en él su consistencia" (Col 1,
16-17). La fe de la Iglesia afirma también la acción creadora del Espíritu
Santo: él es el "dador de vida" (Símbolo
Niceno-Constantinopolitano), "el Espíritu Creador" (Liturgia
de las Horas, Himno Veni, Creator Spiritus), la "Fuente de todo
bien" (Liturgia bizantina, Tropario de vísperas de Pentecostés).
292 La acción creadora del Hijo y del
Espíritu, insinuada en el Antiguo Testamento (cf. Sal 33,6;104,30; Gn
1,2-3), revelada en la Nueva Alianza, inseparablemente una con la del Padre, es
claramente afirmada por la regla de fe de la Iglesia: "Sólo existe un Dios
[...]: es el Padre, es Dios, es el Creador, es el Autor, es el Ordenador. Ha
hecho todas las cosas por sí mismo, es decir, por su Verbo y por su
Sabiduría", "por el Hijo y el Espíritu", que son como "sus
manos" (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 2,30,9 y 4, 20, 1).
La creación es la obra común de la Santísima Trinidad.
Dios crea un mundo ordenado y bueno
299 Porque Dios crea con sabiduría, la
creación está ordenada: "Tú todo lo dispusiste con medida, número y
peso" (Sb 11,20). Creada en y por el Verbo eterno, "imagen del
Dios invisible" (Col 1,15), la creación está destinada, dirigida al
hombre, imagen de Dios (cf. Gn 1,26), llamado a una relación personal
con Dios. Nuestra inteligencia, participando en la luz del Entendimiento
divino, puede entender lo que Dios nos dice por su creación (cf. Sal
19,2-5), ciertamente no sin gran esfuerzo y en un espíritu de humildad y de
respeto ante el Creador y su obra (cf. Jb 42,3). Salida de la bondad
divina, la creación participa en esa bondad ("Y vio Dios que era bueno
[...] muy bueno": Gn 1,4.10.12.18.21.31). Porque la creación es
querida por Dios como un don dirigido al hombre, como una herencia que le es
destinada y confiada. La Iglesia ha debido, en repetidas ocasiones, defender la
bondad de la creación, comprendida la del mundo material (cf. San León Magno,
c. Quam laudabiliter, DS, 286; Concilio de Braga I: ibíd.,
455-463; Concilio de Letrán IV: ibíd., 800; Concilio de Florencia: ibíd.,1333;
Concilio Vaticano I: ibíd., 3002).
Dios transciende la creación y está presente
en ella
300 Dios es infinitamente más grande que
todas sus obras (cf. Si 43,28): "Su majestad es más alta que los
cielos" (Sal 8,2), "su grandeza no tiene medida" (Sal
145,3). Pero porque es el Creador soberano y libre, causa primera de todo lo
que existe, está presente en lo más íntimo de sus criaturas: "En él
vivimos, nos movemos y existimos" (Hch 17,28). Según las palabras
de san Agustín, Dios es superior summo meo et interior intimo meo
("Dios está por encima de lo más alto que hay en mí y está en lo más hondo
de mi intimidad") (Confessiones, 3,6,11).
Dios mantiene y conduce la creación
301 Realizada la creación, Dios no abandona
su criatura a ella misma. No sólo le da el ser y el existir, sino que la
mantiene a cada instante en el ser, le da el obrar y la lleva a su término.
Reconocer esta dependencia completa con respecto al Creador es fuente de
sabiduría y de libertad, de gozo y de confianza:
«Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste
aborreces pues, si algo odiases, no lo hubieras creado. Y ¿cómo podría
subsistir cosa que no hubieses querido? ¿Cómo se conservaría si no la hubieses
llamado? Mas tú todo lo perdonas porque todo es tuyo, Señor que amas la vida» (Sb
11, 24-26).
2.Desarrollar
las
siguientes
ideas
2.1.
Dios es eterno (Hacer ver que cuando alguien
es bueno y tiene una cosa buena, trata de comunicarla a los demás)
Sólo Dios
es propiamente eterno, es decir, no tiene principio ni fin. En Dios no hay
pasado ni futuro, sino un presente inmutable. Hubo un momento en que solamente
existía El; pero quiso comunicar esas cosas buenas; quiso crear el mundo, y
especialmente el hombre, que está hecho a su imagen y semejanza.
Dios pensó
en todos los hombres -en cada uno de nosotros- mucho antes de creamos.
No
existíamos, y ya nos amaba. Y como
Dios amaba
al hombre, le preparó un lugar estupendo: el mundo creado con todas sus
maravillas, el mar, las montañas, los animales, las plantas, el cielo, etc.
2.2.
Dios ha creado el mundo de la nada
(Subrayar esta idea)
El hombre
necesita tiempo y esfuerzo para construir un edificio, fabricar un objeto, etc.
Pero Dios
hizo todas las cosas con sólo su querer y lo creó todo de la nada. Antes de que
El lo creara, no existía nada.
2.3.
Crear no es lo mismo que fabricar
(Poner ejemplos de lo que es fabricar y
modificar)
Decimos
que Dios ha creado el mundo y no que Dios ha fabricado el mundo, para indicar que,
cuando empezó a existir, no había nada, siendo
Dios quien hizo que existiera. Crear quiere decir «hacer que exista algo que
antes no existía, sacándolo de la nada». El hombre no puede crear; sí puede
modificar, por ejemplo, el cauce de un río; o fabricar un tejido, usando como
materia el algodón o las fibras sintéticas.
2.4.
Dios creó para su gloria y por amor
(Usar los ejemplos del texto adjunto)
Cuando
contemplamos una obra de arte - una catedral, por ejemplo-, nos maravillamos y
alabamos el genio de sus autores. Aquella obra de arte es una gloria para los
que la construyeron.
Al
contemplar la grandeza del mundo: los astros, el mar, las plantas; al mirar la
perfección de las cosas más pequeñas: un pajarillo, un insecto, nos
maravillamos y alabamos a Dios, que es su autor. El mundo es como un reflejo de
lo que es Dios, y el mundo canta la gloria de Dios. A esa glorificación debe
unirse el hombre, no solamente por ser la criatura más perfecta de la creación
visible, sino, además, porque Dios ha puesto todas las cosas a su servicio. Pensando
en el hombre Dios creó todas las cosas y las puso en sus manos.
2.5.
El hombre coopera con su trabajo en
el
dominio de la tierra (Dejar claro que el trabajo no
es un castigo, sino un medio para ser mejores, colaborando con Dios)
Dios podía
haber creado las cosas tal y como existen, por ejemplo, las mesas, las casas,
las centrales eléctricas...; pero ha querido que el hombre domine la creación
trabajando y sacándole todo su fruto. Cuando el hombre trabaja, colabora con Dios para dominar la creación,
ya que Dios así lo quiso.
Así como
en la creación Dios lo hizo todo muy bien, porque es Dios y porque le mueve el
amor que tiene a los hombres, así el hombre tiene que hacer las cosas bien y
por amor a Dios, para que cuando Dios vea ese trabajo
pueda
decir: «Lo que hace el hombre está bien hecho». Lo debemos hacer poniendo esfuerzo
y ofreciéndolo a Dios: estudiar y trabajar; terminar las cosas que empezamos;
poner los libros en su sitio; hacer con limpieza las tareas; cuidar los libros
y materiales que empleamos; etc.
2.6. Dios
conserva y gobierna el mundo
(Unir
con el punto anterior)
Para que las cosas que
tenemos duren,
procuramos
conservarlas: se reparan los desperfectos, se engrasan las máquinas, se
protegen del frío o del calor... Si las cosas no se cuidan, se estropean y ya
no sirven.
Podemos imaginar así
la conservación del mundo, con la diferencia de que, si Dios no lo conservase,
desaparecería y volvería a la nada.
Además, Dios gobierna
este mundo, y de manera especial a los hombres, con unas leyes que les ha dado,
respetando siempre la libertad que les dio como uno de sus grandes regalos.
2.7. Hemos
de ofrecer el trabajo al Señor y darle gracias por los beneficios que de El
recibimos (Enseñar a hacer el ofrecimiento
de
obras)
Al empezar el día debemos
ofrecer a
Dios todo lo que vamos
a hacer. Nos puede servir esta oración:
«Te adoro, Dios mío, y
te amo de todo corazón; te doy gracias por haberme creado, hecho cristiano y
conservado esta noche; te ofrezco todas mis obras, y te ruego que me guardes en
este día de todo pecado y me libres de todo mal. Amén».
Para no comer como los
paganos, que no conocen a Dios, los cristianos bendecimos la mesa y damos
gracias después de comer.
Podemos decir al
empezar a comer: «Bendice, Señor, estos alimentos que por tu bondad vamos ‘a
tomar». Y al terminar: «Te damos gracias, Señor, por los beneficios que hemos
recibido de tus manos».
2.8 Hemos de
tener mucha confianza en Dios (Usar el texto de Mt 6, 25-30)
El conocimiento de la
Providencia que Dios ejerce sobre el mundo y sobre cada uno de nosotros nos
debe llevar a una decisión confiada de ponemos en sus manos, para que de verdad
y para siempre sea la fuente de nuestra serenidad, seguridad y alegría.
3.Preguntas
Resumen
¿Qué es
crear? ¿Por qué decimos que Dios
es
creador? ¿Por qué decimos que Dios es Señor de todas las cosas? ¿Cómo coopera
el hombre en ‘la
creación? ¿Qué es la
Providencia divina?
¿De qué forma podemos sobrenaturalizar el trabajo?
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