sábado, 18 de agosto de 2012

ASIGNATURA FORMACIÓN CRISTIANA I

UNIVERSIDAD CATÓLICA BENEDICTO XVI DE TRUJILLO

ASIGNATURA DE FORMACIÓN CRISTIANA I

           DOCENTE: Dr. Emiliano Mendoza Reyes
 
 Estimados alumnos de esta asignatura 
BIENVENIDOS a este lugar y sobre todo a conocer mas de nuestra Fe cristiana

I.              FUNDAMENTACIÓN

La conciencia de comenzar una nueva etapa de la historia exige a la teología realizar su propio examen, ahondar en su propia historia para recoger la antorcha de lo permanentemente vivo, de lo construido por las generaciones de doctores, teólogos y santos que han meditado , vivido y reflexionado, en la Iglesia, la revelación de Dios a los hombres. Dicho de otro modo, la teología está llamada a partir de su propia tradición y experiencia de vida, que es radicalmente tradición de fe, pero al mismo tiempo, tradición teológica, de ciencia y de sabiduría humana de lo divino, y desde ella abordar los retos que a su servicio a la fe plantean los fenómenos de nuestro tiempo.
La tarea de discernimiento y de propuesta que es propia de toda la teología, compete especialmente a un curso de Formación Cristiana: fe y compromiso, que aspira a introducir  de manera completa  a los alumnos en las realidades básicas de  la doctrina cristiana, que les permita conocer un profundizar su seguimiento a Cristo. Al abordar el estudio de la doctrina que es la  revelación de Dios y de la fe del hombre, debe comprender los contenidos de la revelación cristiana, no sólo cognitivamente sino también desde de la experiencia o vivencia tanto sacramental como pastoral. Esto le permitirá madurar y crecer en su vida cristiana.

III. COMPETENCIAS

·           Alcanza una perspectiva teológico-dogmática de la revelación mediante el conocimiento de las verdades reveladas que permita conocer  su fe.
·     Resalta que la credibilidad y significatividad de la revelación de Dios en Cristo es  la dimensión  fundamental de la doctrina cristiana.
·        Logra que el estudiante a través del conocimiento y la experiencia  de los contenidos de la materia  consolide su fe y a la vez se comprometa a defenderla.


NUESTRAS PROXIMAS ACTIVIDADES PASTORALES 

JORNADA DE ALABANZA Y ADORACIÓN 
14 y 15 DE SETIEMBRE

SEMANA BIBLICA  ARQUIDIOCESANA
25 - 28 DE SETIEMBRE
 Lugar: Parroquia Santo domingo



HALLEL INTERNACIONAL





 ESQUEMA: INFORME DE ACTIVIDAD DE PASTORAL UNIVERSITARIA
 SEMESTRE 2012- 02
 Requerimientos para la elaboración del Informe:
•Tipo de letra: Arial.
•Tamaño de letra: 11
•Espaciado: 1.5
•Tipo de Documento: Word o PDF
 
I. DATOS GENERALES
CARÁTULA con los datos pertinentes: (Logo de la universidad, apellidos y nombres , escuela, ciclo, asignatura, año, semestre académico).

II. DESARROLLO DE LA EXPERIENCIA
 2.1 Localización de la actividad: (Lugar y fecha donde se realizó la actividad de pastoral)
2.2 De la experiencia (máximo 12 líneas).
 Describe la experiencia vivida: ¿qué es lo más relevante de la experiencia para usted? (Considerando que la actividad fue en equipo, pero la experiencia es muy personal. El informe debe ser realizado en forma individual. )
 La experiencia vivida, ¿contribuye al desarrollo de mi vida personal y profesional? Sustente su respuesta.
2.3 Compromiso
 ¿Cuál es el compromiso que puedes asumir después de la experiencia vivida?

III. RECOMENDACIONES Y/O PROPUESTAS DE MEJORA
Desde la experiencia vivida, ¿qué recomienda para mejorar la acción pastoral o qué propuestas sugiere para promoverlas en bien de la comunidad?

IV. ANEXOS
Evidencias: fotos, vídeos, otros (las fotos y/o videos deben evidenciar su presencia en la actividad. Encierre en un círculo su persona en la foto).
pp
INFORMACIÓN PARA LA SEGUNDA CLASE


DIOS HA CREADO EL MUNDO POR AMOR
EL CREADOR
279 "En el principio, Dios creó el cielo y la tierra" (Gn 1,1). Con estas palabras solemnes comienza la sagrada Escritura. El Símbolo de la fe las recoge confesando a Dios Padre Todopoderoso como "el Creador del cielo y de la tierra", "de todo lo visible y lo invisible". Hablaremos, pues, primero del Creador, luego de su creación, finalmente de la caída del pecado de la que Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a levantarnos.
280 La creación es el fundamento de "todos los designios salvíficos de Dios", "el comienzo de la historia de la salvación" (DCG 51), que culmina en Cristo. Inversamente, el Misterio de Cristo es la luz decisiva sobre el Misterio de la creación; revela el fin en vista del cual, "al principio, Dios creó el cielo y la tierra" (Gn 1,1): desde el principio Dios preveía la gloria de la nueva creación en Cristo (cf. Rm 8,18-23).
281 Por esto, las lecturas de la Noche Pascual, celebración de la creación nueva en Cristo, comienzan con el relato de la creación; de igual modo, en la liturgia bizantina, el relato de la creación constituye siempre la primera lectura de las vigilias de las grandes fiestas del Señor. Según el testimonio de los antiguos, la instrucción de los catecúmenos para el bautismo sigue el mismo camino (cf. Egeria, Peregrinatio ad loca sancta, 46: PLS 1, 1047; san Agustín, De catechizandis rudibus, 3,5). 


282 La catequesis sobre la Creación reviste una importancia capital. Se refiere a los fundamentos mismos de la vida humana y cristiana: explicita la respuesta de la fe cristiana a la pregunta básica que los hombres de todos los tiempos se han formulado: "¿De dónde venimos?" "¿A dónde vamos?" "¿Cuál es nuestro origen?" "¿Cuál es nuestro fin?" "¿De dónde viene y a dónde va todo lo que existe?" Las dos cuestiones, la del origen y la del fin, son inseparables. Son decisivas para el sentido y la orientación de nuestra vida y nuestro obrar.
283 La cuestión sobre los orígenes del mundo y del hombre es objeto de numerosas investigaciones científicas que han enriquecido magníficamente nuestros conocimientos sobre la edad y las dimensiones del cosmos, el devenir de las formas vivientes, la aparición del hombre. Estos descubrimientos nos invitan a admirar más la grandeza del Creador, a darle gracias por todas sus obras y por la inteligencia y la sabiduría que da a los sabios e investigadores. Con Salomón, éstos pueden decir: "Fue él quien me concedió el conocimiento verdadero de cuanto existe, quien me dio a conocer la estructura del mundo y las propiedades de los elementos [...] porque la que todo lo hizo, la Sabiduría, me lo enseñó" (Sb 7,17-21).
284 El gran interés que despiertan a estas investigaciones está fuertemente estimulado por una cuestión de otro orden, y que supera el dominio propio de las ciencias naturales. No se trata sólo de saber cuándo y cómo ha surgido materialmente el cosmos, ni cuando apareció el hombre, sino más bien de descubrir cuál es el sentido de tal origen: si está gobernado por el azar, un destino ciego, una necesidad anónima, o bien por un Ser transcendente, inteligente y bueno, llamado Dios. Y si el mundo procede de la sabiduría y de la bondad de Dios, ¿por qué existe el mal? ¿de dónde viene? ¿quién es responsable de él? ¿dónde está la posibilidad de liberarse del mal?
285 Desde sus comienzos, la fe cristiana se ha visto confrontada a respuestas distintas de las suyas sobre la cuestión de los orígenes. Así, en las religiones y culturas antiguas encontramos numerosos mitos referentes a los orígenes. Algunos filósofos han dicho que todo es Dios, que el mundo es Dios, o que el devenir del mundo es el devenir de Dios (panteísmo); otros han dicho que el mundo es una emanación necesaria de Dios, que brota de esta fuente y retorna a ella ; otros han afirmado incluso la existencia de dos principios eternos, el Bien y el Mal, la Luz y las Tinieblas, en lucha permanente (dualismo, maniqueísmo); según algunas de estas concepciones, el mundo (al menos el mundo material) sería malo, producto de una caída, y por tanto que se ha de rechazar y superar (gnosis); otros admiten que el mundo ha sido hecho por Dios, pero a la manera de un relojero que, una vez hecho, lo habría abandonado a él mismo (deísmo); otros, finalmente, no aceptan ningún origen transcendente del mundo, sino que ven en él el puro juego de una materia que ha existido siempre (materialismo). Todas estas tentativas dan testimonio de la permanencia y de la universalidad de la cuestión de los orígenes. Esta búsqueda es inherente al hombre.
286 La inteligencia humana puede ciertamente encontrar por sí misma una respuesta a la cuestión de los orígenes. En efecto, la existencia de Dios Creador puede ser conocida con certeza por sus obras gracias a la luz de la razón humana (cf. Concilio Vaticano I: DS, 3026), aunque este conocimiento es con frecuencia oscurecido y desfigurado por el error. Por eso la fe viene a confirmar y a esclarecer la razón para la justa inteligencia de esta verdad: "Por la fe, sabemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de manera que lo que se ve resultase de lo que no aparece" (Hb 11,3).
287 La verdad en la creación es tan importante para toda la vida humana que Dios, en su ternura, quiso revelar a su pueblo todo lo que es saludable conocer a este respecto. Más allá del conocimiento natural que todo hombre puede tener del Creador (cf. Hch 17,24-29; Rm 1,19-20), Dios reveló progresivamente a Israel el misterio de la creación. El que eligió a los patriarcas, el que hizo salir a Israel de Egipto y que, al escoger a Israel, lo creó y formó (cf. Is 43,1), se revela como aquel a quien pertenecen todos los pueblos de la tierra y la tierra entera, como el único Dios que "hizo el cielo y la tierra" (Sal 115,15;124,8;134,3).
288 Así, la revelación de la creación es inseparable de la revelación y de la realización de la Alianza del Dios único, con su pueblo. La creación es revelada como el primer paso hacia esta Alianza, como el primero y universal testimonio del amor todopoderoso de Dios (cf. Gn 15,5; Jr 33,19-26). Por eso, la verdad de la creación se expresa con un vigor creciente en el mensaje de los profetas (cf. Is 44,24), en la oración de los salmos (cf. Sal 104) y de la liturgia, en la reflexión de la sabiduría (cf. Pr 8,22-31) del pueblo elegido.
289 Entre todas las palabras de la sagrada Escritura sobre la creación, los tres primeros capítulos del Génesis ocupan un lugar único. Desde el punto de vista literario, estos textos pueden tener diversas fuentes. Los autores inspirados los han colocado al comienzo de la Escritura de suerte que expresan, en su lenguaje solemne, las verdades de la creación, de su origen y de su fin en Dios, de su orden y de su bondad, de la vocación del hombre, finalmente, del drama del pecado y de la esperanza de la salvación. Leídas a la luz de Cristo, en la unidad de la sagrada Escritura y en la Tradición viva de la Iglesia, estas palabras siguen siendo la fuente principal para la catequesis de los misterios del "comienzo": creación, caída, promesa de la salvación.


290 "En el principio, Dios creó el cielo y la tierra" (Gn 1,1): tres cosas se afirman en estas primeras palabras de la Escritura: el Dios eterno ha dado principio a todo lo que existe fuera de Él. Solo Él es creador (el verbo "crear" —en hebreo bara— tiene siempre por sujeto a Dios). La totalidad de lo que existe (expresada por la fórmula "el cielo y la tierra") depende de Aquel que le da el ser.
291 "En el principio existía el Verbo [...] y el Verbo era Dios [...] Todo fue hecho por él y sin él nada ha sido hecho" (Jn 1,1-3). El Nuevo Testamento revela que Dios creó todo por el Verbo Eterno, su Hijo amado. "En él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra [...] todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo y todo tiene en él su consistencia" (Col 1, 16-17). La fe de la Iglesia afirma también la acción creadora del Espíritu Santo: él es el "dador de vida" (Símbolo Niceno-Constantinopolitano), "el Espíritu Creador" (Liturgia de las Horas, Himno Veni, Creator Spiritus), la "Fuente de todo bien" (Liturgia bizantina, Tropario de vísperas de Pentecostés).
292 La acción creadora del Hijo y del Espíritu, insinuada en el Antiguo Testamento (cf. Sal 33,6;104,30; Gn 1,2-3), revelada en la Nueva Alianza, inseparablemente una con la del Padre, es claramente afirmada por la regla de fe de la Iglesia: "Sólo existe un Dios [...]: es el Padre, es Dios, es el Creador, es el Autor, es el Ordenador. Ha hecho todas las cosas por sí mismo, es decir, por su Verbo y por su Sabiduría", "por el Hijo y el Espíritu", que son como "sus manos" (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 2,30,9 y 4, 20, 1). La creación es la obra común de la Santísima Trinidad.
Dios crea un mundo ordenado y bueno
299 Porque Dios crea con sabiduría, la creación está ordenada: "Tú todo lo dispusiste con medida, número y peso" (Sb 11,20). Creada en y por el Verbo eterno, "imagen del Dios invisible" (Col 1,15), la creación está destinada, dirigida al hombre, imagen de Dios (cf. Gn 1,26), llamado a una relación personal con Dios. Nuestra inteligencia, participando en la luz del Entendimiento divino, puede entender lo que Dios nos dice por su creación (cf. Sal 19,2-5), ciertamente no sin gran esfuerzo y en un espíritu de humildad y de respeto ante el Creador y su obra (cf. Jb 42,3). Salida de la bondad divina, la creación participa en esa bondad ("Y vio Dios que era bueno [...] muy bueno": Gn 1,4.10.12.18.21.31). Porque la creación es querida por Dios como un don dirigido al hombre, como una herencia que le es destinada y confiada. La Iglesia ha debido, en repetidas ocasiones, defender la bondad de la creación, comprendida la del mundo material (cf. San León Magno, c. Quam laudabiliter, DS, 286; Concilio de Braga I: ibíd., 455-463; Concilio de Letrán IV: ibíd., 800; Concilio de Florencia: ibíd.,1333; Concilio Vaticano I: ibíd., 3002).


Dios transciende la creación y está presente en ella
300 Dios es infinitamente más grande que todas sus obras (cf. Si 43,28): "Su majestad es más alta que los cielos" (Sal 8,2), "su grandeza no tiene medida" (Sal 145,3). Pero porque es el Creador soberano y libre, causa primera de todo lo que existe, está presente en lo más íntimo de sus criaturas: "En él vivimos, nos movemos y existimos" (Hch 17,28). Según las palabras de san Agustín, Dios es superior summo meo et interior intimo meo ("Dios está por encima de lo más alto que hay en mí y está en lo más hondo de mi intimidad") (Confessiones, 3,6,11).
Dios mantiene y conduce la creación
301 Realizada la creación, Dios no abandona su criatura a ella misma. No sólo le da el ser y el existir, sino que la mantiene a cada instante en el ser, le da el obrar y la lleva a su término. Reconocer esta dependencia completa con respecto al Creador es fuente de sabiduría y de libertad, de gozo y de confianza:
«Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces pues, si algo odiases, no lo hubieras creado. Y ¿cómo podría subsistir cosa que no hubieses querido? ¿Cómo se conservaría si no la hubieses llamado? Mas tú todo lo perdonas porque todo es tuyo, Señor que amas la vida» (Sb 11, 24-26).
2.Desarrollar las
siguientes ideas
2.1. Dios es eterno (Hacer ver que cuando alguien es bueno y tiene una cosa buena, trata de comunicarla a los demás)
Sólo Dios es propiamente eterno, es decir, no tiene principio ni fin. En Dios no hay pasado ni futuro, sino un presente inmutable. Hubo un momento en que solamente existía El; pero quiso comunicar esas cosas buenas; quiso crear el mundo, y especialmente el hombre, que está hecho a su imagen y semejanza.
Dios pensó en todos los hombres -en cada uno de nosotros- mucho antes de creamos.
No existíamos, y ya nos amaba. Y como
Dios amaba al hombre, le preparó un lugar estupendo: el mundo creado con todas sus maravillas, el mar, las montañas, los animales, las plantas, el cielo, etc.
2.2. Dios ha creado el mundo de la nada
(Subrayar esta idea)
El hombre necesita tiempo y esfuerzo para construir un edificio, fabricar un objeto, etc.
Pero Dios hizo todas las cosas con sólo su querer y lo creó todo de la nada. Antes de que El lo creara, no existía nada.
2.3. Crear no es lo mismo que fabricar

(Poner ejemplos de lo que es fabricar y
modificar)
Decimos que Dios ha creado el mundo y no que Dios ha fabricado el mundo, para indicar que, cuando empezó a existir, no había nada, siendo Dios quien hizo que existiera. Crear quiere decir «hacer que exista algo que antes no existía, sacándolo de la nada». El hombre no puede crear; sí puede modificar, por ejemplo, el cauce de un río; o fabricar un tejido, usando como materia el algodón o las fibras sintéticas.
2.4. Dios creó para su gloria y por amor
(Usar los ejemplos del texto adjunto)
Cuando contemplamos una obra de arte - una catedral, por ejemplo-, nos maravillamos y alabamos el genio de sus autores. Aquella obra de arte es una gloria para los que la construyeron.
Al contemplar la grandeza del mundo: los astros, el mar, las plantas; al mirar la perfección de las cosas más pequeñas: un pajarillo, un insecto, nos maravillamos y alabamos a Dios, que es su autor. El mundo es como un reflejo de lo que es Dios, y el mundo canta la gloria de Dios. A esa glorificación debe unirse el hombre, no solamente por ser la criatura más perfecta de la creación visible, sino, además, porque Dios ha puesto todas las cosas a su servicio. Pensando en el hombre Dios creó todas las cosas y las puso en sus manos.
2.5. El hombre coopera con su trabajo en
el dominio de la tierra (Dejar claro que el trabajo no es un castigo, sino un medio para ser mejores, colaborando con Dios)
Dios podía haber creado las cosas tal y como existen, por ejemplo, las mesas, las casas, las centrales eléctricas...; pero ha querido que el hombre domine la creación trabajando y sacándole todo su fruto. Cuando el hombre trabaja,  colabora con Dios para dominar la creación, ya que Dios así lo quiso.
Así como en la creación Dios lo hizo todo muy bien, porque es Dios y porque le mueve el amor que tiene a los hombres, así el hombre tiene que hacer las cosas bien y por amor a Dios, para que cuando Dios vea ese trabajo
pueda decir: «Lo que hace el hombre está bien hecho». Lo debemos hacer poniendo esfuerzo y ofreciéndolo a Dios: estudiar y trabajar; terminar las cosas que empezamos; poner los libros en su sitio; hacer con limpieza las tareas; cuidar los libros y materiales que empleamos; etc.
2.6. Dios conserva y gobierna el mundo
(Unir con el punto anterior)
Para que las cosas que tenemos duren,
procuramos conservarlas: se reparan los desperfectos, se engrasan las máquinas, se protegen del frío o del calor... Si las cosas no se cuidan, se estropean y ya no sirven.
Podemos imaginar así la conservación del mundo, con la diferencia de que, si Dios no lo conservase, desaparecería y volvería a la nada.
Además, Dios gobierna este mundo, y de manera especial a los hombres, con unas leyes que les ha dado, respetando siempre la libertad que les dio como uno de sus grandes regalos.
2.7. Hemos de ofrecer el trabajo al Señor y darle gracias por los beneficios que de El recibimos (Enseñar a hacer el ofrecimiento
de obras)
Al empezar el día debemos ofrecer a
Dios todo lo que vamos a hacer. Nos puede servir esta oración:
«Te adoro, Dios mío, y te amo de todo corazón; te doy gracias por haberme creado, hecho cristiano y conservado esta noche; te ofrezco todas mis obras, y te ruego que me guardes en este día de todo pecado y me libres de todo mal. Amén».
Para no comer como los paganos, que no conocen a Dios, los cristianos bendecimos la mesa y damos gracias después de comer.
Podemos decir al empezar a comer: «Bendice, Señor, estos alimentos que por tu bondad vamos ‘a tomar». Y al terminar: «Te damos gracias, Señor, por los beneficios que hemos recibido de tus manos».
2.8 Hemos de tener mucha confianza en Dios (Usar el texto de Mt 6, 25-30)
El conocimiento de la Providencia que Dios ejerce sobre el mundo y sobre cada uno de nosotros nos debe llevar a una decisión confiada de ponemos en sus manos, para que de verdad y para siempre sea la fuente de nuestra serenidad, seguridad y alegría.


3.Preguntas Resumen

¿Qué es crear? ¿Por qué decimos que Dios
es creador? ¿Por qué decimos que Dios es Señor de todas las cosas? ¿Cómo coopera
el hombre en ‘la creación? ¿Qué es la
Providencia divina? ¿De qué forma podemos sobrenaturalizar el trabajo?










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